Nos dice el gran Maestro e historiador del vino Oz Clarke que dos son los pilares sobre los que descansan la fama de la famosa bodega Frescobaldi, una es su tradición vinícola familiar que sobrepasa con creces los siete siglos de historia y la segunda las 30 generaciones de viticultores, sucesivas, que han trabajado con esmero para traer estos vinos hasta nuestros días, hoy en cabeza de los hermanos Vittorio, Ferdinando y Leonardo Frescobaldi. Este hecho notable destaca a esta gran familia como una de las dinastías más nobles y antiguas de Europa. Cuando el divino Dante, aún vivía en esta tierra y Boccaccio no había escrito sus célebres cuentos, esta familia ya hacia sus caldos.
Los Frescobaldi además de enólogos durante 30 generaciones, han sido políticos, poetas, mercaderes y banqueros de la agitada Florencia del renacimiento. Mecenas decididos de la obra de Brunelleschi, financiaron igualmente a los papas de Roma como a las monarquías europeas, de Enrique VIII a María Magdalena de Austria. Su linaje se remonta a la época de Dante Alighieri cuando Dino Frescobaldi consiguió restituir los primeros cantos de la Divina Comedia al poeta en el exilio, que pudo así completar y publicar su obra inmortal.
Hoy la familia cuenta con más de 1.200 hectáreas de viñedos, repartidas por toda la Toscana, puede ser una de las bodegas más antiguas y más grandes de Europa, especializada solamente en vinos de Alta Gama. Por si fuera poco, tienen la enorme fortuna de contar con la colaboración de Lamberto Frescobaldi y Nicolo d’Aflitto, ambos toscanos, dos de los mejores enólogos de Italia, galardón que no es menor pues Italia es desde tiempos griegos, la llamada “Enotria” (la tierra de los vinos) y tener a dos de los más grandes expertos en este arte es un verdadero privilegio.
Los Frescobaldi tienen seis fincas agrícolas y dos restaurantes, en Florencia y en Londres, en el lujoso barrio de Myfair. El grupo Marchesi Frescobaldi factura más de 100 millones de euros anuales. El marqués Frescobaldi vive en el espectacular Castello de Nipozzano en la localidad de Chianti. Las 180 hectáreas del Castello Nipozzano en la Denominación de Origen Controlada y Garantizada (DOCG) Chianti Rufina esta plantada mayoritariamente con variedades locales de Toscana como la Sangiovese, la Canaiolo, la Colorino o la Malvasía Nera, a las que se les unen las foráneas Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y un poco de Merlot, lo que permite ensamblar vinos únicos e irrepetibles por su complejidad y elegancia. El vino más importante de esta finca es el Nipozzano Reserva Chianti Rufina que llega a Colombia gracias a Pedro Domecq Colombia y que, desde su arribo, se ha convertido en uno de los vinos más importantes de la escena gastronómica nacional, con una inmejorable ecuación calidad-precio.
Otro vino que debe destacarse es el Castelgiocondo, elaborado con la uva Sangiovese en la mítica Montalcino, donde esta uva cambia de nombre y se le llama Brunello, un vino de culto, que siempre supera los 90 puntos de calificación (sobre 100) en todas las revistas especializadas, y que además de sus impresionantes características organolépticas, destaca por la belleza de su etiqueta adornada por los frescos del Palazzo Counale di Siena pintados por Simone Martini y Ambrogio Lorenzetti, obras maestras únicas, como lo es este vino.
Para los más jóvenes y descomplicados la línea Danzante con Pinot Grigio en blancos y Chianti (Sangiovese) para los tintos, entregan vinos vibrantes y fáciles de tomar. Atrévase a probar los vinos de esta noble bodega y entenderá lo que es tomar un sorbo de historia con 7 siglos de tradición.
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